En estos momento en los cuales se entremezclan pensamientos y sentimientos, momento en el que aprovecho para expresar algunos de los tantos pensamientos y emociones que rondan por mi cabeza y mi torrente sanguíneo, me dispongo a cuestionar. A cuestionar nuestra existencia, a cuestionar nuestra moral, a cuestionar nuestro pensar y actuar, a cuestionar tanto la guerra como la paz. Y es que tanto a nivel personal como universal es momento de hacerlo.
Empiezo por cuestionar la existencia desde una visión personal occidental y una visión-interpretación oriental, tratando de entender el sistema de valores que rigen a ambas regiones del mundo y buscando contrastar las diferencias existentes en ambas. Quisiera empezar por el mundo del tener occidental contra el mundo del ser oriental.
En nuestro mundo occidental se valoran las posesiones: tener una casa, un automóvil, una pareja, dinero para comprar comprar bienes y satisfacer las necesidades y los vacíos existenciales que por naturaleza tenemos. Buscamos y no nos conformamos con tener solamente sino que deseamos y luchamos por lo mejor de ese bien; la mejor pareja y la mayor acumulación de dinero que por consiguiente nos derá estátus y poder.
En el lejano pero no por eso menos importante mundo oriental se valora desposeerse de los bienes y las personas que se requieren para llenar el vacío existencial. Se busca en ese mundo desapegarse de todo objeto y quien logra hacerlo alcanza la iluminación, la felicidad, el mayor nivel de paz comparado incluso con un sentimiento orgásmico. Además son las emociones el mayor de obstáculos a vencer y quien logra desapegarse de sus efectos logra dar ese gran paso hacia la iluminación.
Cuestiono este contraste ideológico pues después de hacer una reflexión de las causas profundas de la guerra, la violencia, la competencia y la lucha llego a pensar que es la valoración de las posiciones la causa raíz que lleva al odio y la codicia porque si son estos los valores por los que luchamos la lucha por los bienes y el poder desencadenaría una constante confrontación entre los hombres.
Cuestiono también nuestro pensar y actuar occidental, nuestra doble moral, nuestro idealismo de dientes para afuera, que solo se escucha pero no se ve ni se refleja en las acciones y el actuar diario y es que la búsqueda que se desencadena por llenar ese vacío lleva a los hombres de occidente a confrontar su pensar, su decir y su actuar. A diferencia de la cultura occidental y sus maestros que enseñan a encontrar en el vacio la iluminación, la paz y la felicidad.
Siento pues que las coyunturas de esta época nos abren las puertas a que cuestionemos el orden que nos rige actualmente. Creo que las respuestas a muchas de nuestras interrongantes son más antiguas de lo que creemos pero nos olvidamos que no hay verdades absolutas y que requerimos encontrar la mejor dosis de sabiduría para las circunstancias sociales actuales. Dejemos pues nuestros niveles de confort a un lado y utilicemos nuestra mente y corazón para encontrar las respuestas que tanto deseamos encontrar.